Pedro Saavedra Brito


Fuente. Los Compañeros de Zapata, Valentín López González.

Los que conocieron a Pedro Saavedra Brito platicaron de él como un hombre admirable pero a la vez temible, de mirada férrea e imponente cuerpo. En dos años que vivió en el pueblo de Amacuzac de 1914 a 1916 se cuentan temerarios sucesos, como el de aquel hombre a quien estuvo a punto de fusilar, después de que sus hombres lo sorprendieron saqueando el cuartel y que sólo por la intervención de una respetable mujer del pueblo fue perdonado. La figura descrita por doña Norberta Brito (q.e.p.d.) es la de un corpulento hombre con resaltado bigote que vestía “de charro” al estilo de los generales revolucionarios.

Pedro Saavedra “nació el 29 de junio de 1888 en el pueblo de San Gaspar municipio de Zumpalhuacán, Estado de México. Sus padres fueron don Cayetano Saavedra y doña Antonia Brito”.[1]

Se unió al bando zapatista en marzo de 1912 [2] creando su batallón con gente del Estado de México. Al ver su disposición y valor para la causa, Zapata lo nombró Coronel de Caballería.

Saavedra fiel a las órdenes de Zapata se parapetó en cuarteles estratégicos contra los huertistas, primero en Huajintlán, luego cuando sintió el acoso de los ataques de sus enemigos Triana, Antonio Orea, Alberto Rasgado y Silvestre Mariscal generales huertistas todos, se traslado al pueblo de Chontalcoatlán, “donde estuvo desde el 13 de junio hasta el mes de agosto de 1914”.[3] Posteriormente una vez vencidos los huertistas, significó el primer grupo de choque contra los Carrancistas que intentaban entrar desde Guerrero o el Estado de México. 

Definitivamente Saavedra se centró en el dominio del territorio comprendido por el distrito de Tetecala, contra Martín Triana y Abraham García entre otros “que guarnecían sus plazas de Tetecala, Miacatlán, Mazatepec, Coatlán del Río, Amacuzac, San Gabriel y Puente de Ixtla.” [4] La lucha de Saavedra también se extendió a las regiones de Zacatepec, reforzando al grueso de las tropas zapatistas y su participación más importante en el movimiento armado, la tuvo en el sitio de Cuernavaca, cuando dirigiendo una gran tropa, avanzó por el sur de la capital, es decir por Chipitlán encontrándose en primera instancia con la población Civil y tras ellos al contingente del ejercito. En ambas columnas hizo considerables bajas, destruyendo así la estrategia del sanguinario general Pedro Ojeda quien así había dispuesto la defensa de Cuernavaca.

Sin duda alguna el frente que sostuvo Pedro Saavedra durante la llamada “lucha de facciones”, entre Zapata y Villa contra Carranza, fue uno de los más conflictivos y difíciles; la fortaleza del ejercito adversario localizado en Chilpancingo bajo el mando de un eficiente general apodado “el Ciruelo” detenía el avance del ejercito zapatista hacia el estado de Guerrero. Saavedra entonces estableció su cuartel en Amacuzac, desde donde combatió cualquier arribo de tropas carrancistas al Estado de Morelos.

Esa fue una de las épocas más crudas. Los rancheros de la región se veían obligados a entregar en repetidas ocasiones parte de su ganado para el sustento de los Zapatistas. Las doncellas eran escondidas en los lugares más ocultos de las casas puesto que corrían el peligro de ser violadas o más aún de ser robadas.

Recuerda don Leonardo Suárez quien vivía en el pequeño poblado de Cajones, que las familias sobrevivieron a un ambiente de terror, a menudo había que evacuar los pueblos para guarecerse en los cerros. La inestabilidad política y social de aquellos tiempos era marcada, los abusos que los civiles sufrían por parte de los “pronunciados” consistían en despojos continuos, escasez de alimentos, asesinatos y vejaciones a las mujeres. Relataba don Rosendo Ortíz, nativo de Amacuzac, que algunas gentes del pueblo de Buena Vista, motivados por la escasez venían a Amacuzac, para robar los huevos de las gallinas.

Los abusos y los asaltos eran los detalles que oscurecían la lucha de los pronunciados, el robo de ganado, la imposibilidad de sembrar, y por sobre todo la humillación más grande para las familias era el plagio de las mujeres.  “El historiador de Buena Vista, don Tito Millán, cuenta el caso de una joven del poblado de “Las Trojes”, que el ‘23 de febrero de 1917 se mató al caerse de una peña por huir de su perseguidores, los cuales al ver frustrados sus bestiales instintos se dedicaron al saqueo e incendio de las casas de los fugitivos...”.[5]

Se rumoraba también que una vez Saavedra masacró una familia completa en las afueras de Amacuzac en el inmueble que la gente luego llamó por mucho tiempo “La Casa Colorada”.  Don Rosendo Ortíz quien conoció en su infancia al General Saavedra platicaba que existía el rumor de que cuando Saavedra masacró esta familia dejó con vida a un infante, quien se supone, años más tarde, dio muerte al General Saavedra en venganza por la muerte de sus padres.

Desde que los zapatistas tomaron Buenavista, prácticamente dominaron el pueblo exigiendo a los habitantes cabezas de ganado y cargas de maíz. Durante el resto de la revolución tuvieron que soportar los atropellos de los pronunciados zapatistas, hasta que a Saavedra se le ocurrió realizar una tropelía más grave. El Gral. Saavedra solicitó  a los habitantes del pueblo, mediante el comisario Benjamín Gutiérrez “que cada uno de los jefes de familia entregara dentro de un plazo de diez días, una yunta de novillos, bajo la amenaza de que si dentro del plazo no se cumplía la orden, las tropas zapatistas al mando del llamado Coronel Palacios, se dispondrían de las muchachas que quedaban en el pueblo, y bajarían por la fuerza a las que se habían refugiado en los cerros.”[6] En tal circunstancia los hombres del pueblo se armaron de valor y se pronunciaron en defensa del pueblo. El comisario Gutiérrez en casa de don Crispín Sámano platicó con 7 hombres cuyos nombres eran Víctor y Amado López, Casimiro Millán, Miguel Román y Filiberto Figueroa.

Al día siguiente, el 30 abril de 1917, los zapatistas de Saavedra atacaron el pueblo, pero no contaban con la estrategia de los lugareños quienes desde las inmediaciones del cerro dispararon contra las columnas zapatistas causando algunas bajas y una decena de heridos, incluso se tomó prisionero al coronel Palacios, quien era uno de los mejores hombres de Saavedra, Palacios, después de un juicio sumario, fue fusilado en los muros del panteón. Cuando se consultó a David Uribe, cura del pueblo, sobre el linchamiento de Palacios, éste dijo: “Les aseguro que pecan más matando a un tigre o a cualquier animal dañino que a este hombre... ¡Fusílenlo que yo rogaré para que Dios lo reciba en su seno!”.[7]

Viendo que serían atacados nuevamente los voluntarios de Buenavista mediante un emisario solicitaron a Carranza auxilio y éste envió al Gral. Silvestre Mariscal, que se encontraba en Chilpancingo. Mientras Mariscal llegaba, se libraron sangrientos enfrentamientos por 9 días en los cuales Saavedra perdió muchos hombres.

Para el mes siguiente considerando Zapata que había perdido terreno, se perpetró otro ataque contra el pueblo, el 21 de junio de 1917, cuando una oleada de revolucionarios atacó el lugar, encontrándose con el ejército carrancista, y la guardia de Buenavista, en esta ocasión un acérrimo enemigo de Saavedra, Silvestre Castro, conocido como el “Ciruelo” atacó por la retaguardia haciendo creer a Saavedra que su tropa era numerosa y viéndose en tal situación ordenó, nuevamente la retirada.

La úlitma batalla se libró el 10 de enero de 1918, sin embargo al atacar Buenavista nuevamente, los zapatistas no pudieron con la estrategia de parapetarse en el cerro que le dio resultado al ejército carrancista encabezado por el Coronel Atilano Ramírez.

Actualmente el pueblo de Buenavista rinde honor a sus 36 voluntarios, realizando una feria anual, el día en que se conmemora esta gesta histórica. En el zócalo del poblado existe una placa con los nombres de todos los que participaron en la defensa del lugar.

Una vez consumado el asesinato de Zapata en el año de 1920, Pedro Saavedra continuó su carrera militar adhiriendose a las tropas del general Obregón “en cuyo movimiento fue reconocido como general de división y quedó incorporado al Ejército Nacional en la segunda división que mandaba Gildardo Magaña”.[8]

Después de la revolución, se cuenta que el general Saavedra vivió en la Ciudad de México, Fue asesinado “el 14 de abril de 1933”[9] cuando se dirigía a su pueblo natal a caballo, cuando sufrió una emboscada en el lugar conocido como “El Zapote”.  Algunos dicen que aquel niño que sobrevivió a la masacre consumó la venganza pero su muerte en tal situación nunca fue aclarada.  Fue inhumado en el Panteón de Dolores de la Ciudad de México.



Documento de ratificación de grados del Gral. Pedro Saavedra Brito.
Fuente: http://www.bibliotecas.tv/zapata/zapatistas/saavedra.html
Luis Domínguez
Cronista de Amacuzac.

Fuentes.


[1] López González, Valentín, Los compañero de Zapata, Colección “Tierra y Libertad”, primera edición. Ediciones Gobierno Libre y Soberano del Estado de Morelos, Cuernavaca, Morelos, México Pág. 225.
[2] Ibídem

[3] Ibídem.
[4] Ibídem.
[5] Cervantes Ahumada, Raúl, Buena Vista de Cuéllar, Época de un pueblo, 2ª. Edición, 1973 pág. 16.
[6] Ibídem.
[7] Ibídem. Pág. 24.
[8] Ibídem.
[9] Ibídem.

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