Gentilicio: identidad y sentido de pertenencia.

Plaza cívica "El centenario" en Amacuzac Morelos. 13 de septiembre de 1948. 
Archivo Fotográfico del Municipio de Amacuzac. 

En términos simples, un gentilicio es el adjetivo que reciben las personas con relación a su procedencia geográfica, llámese pueblo, ciudad, región, estado, provincia o país (1). Ejemplo de lo anterior, son los nombres madrileño (para los de Madrid), albacetense (para los de Albacete), aragonés (para los de Aragón) y español (para los de España). 

De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, no existen reglas sistemáticas para establecer, estructurar o formar los gentilicios, en todo caso la regla de oro consiste en "dar por bueno el término que los oriundos del lugar reconozcan como el tradicionalmente empleado para referirse a sí mismos"(2).

El demónimo o gentilicio se convierte en un elemento hereditario que se transmite oralmente de generación en generación, facilita el sentido de pertenencia y su relevancia es tal para algunas personas y grupos, que en ciertas poblaciones ha sido necesario documentarlo para su preservación. 

Aunque, no existen reglas específicas, hay ciertas tendencias observables en la aplicación de gentilicios, por ejemplo, es común que por facilidad fonética, a los nombres terminados en vocal como Canadá, Cuautla, Sonora, Tetecala o Guerrero les sea agregado el sufijo "ense", de tal forma que sus gentilicios son canadiense, cuautlense, sonorense, tetecalense y guerrerense respectivamente, aunque lo anterior no alcanza a ser una regla puesto que existen excepciones como morelense, que procede de Morelos, que no termina en vocal, u otompaneca, que es el gentilicio para los nativos de Otumba, que termina en vocal, pero no se le agrega el sufijo "ense". 

Además existen otros muchos gentilicios como colombiano, meridano o queretano, que designan lugares cuyo nombre también termina en vocal y no poseen el sufijo "ense" sino "ano" o "ino". Otras excepciones a esta tendencia son los gentilicios terminados en "eño", asociados a nombres que finalizan en vocal como Oaxaca, a cuyos habitantes llamamos oaxaqueños. 

Definitivamente en este asunto no hay reglas sino muchas excepciones, algunas muy curiosas, como es el caso en México de Aguascalientes, que tiene cinco gentilicios propuestos: aguascalentense, aquicalidense, acuicalitense, termapolitano e hidrocálido, siendo éste último el más aceptado. Lo mismo pasa con Colima, cuyos gentilicios asociados son colimense, colimeño y colimote (3). En Brasil, suele llamarse fluminense a quién procede de Río de Janeiro y en México, sin ninguna regla evidente de por medio, los culichis son los habitantes de Culiacán.

Por otro lado, parece ser que a los nombres de lugares terminados en "n" como Japón, Milán o León, suelen asociarse gentilicios con terminación "es" y así tenemos:, japonés, milanés o leonés respectivamente, pero existen casos como Francia, que de inmediato rompen con la regla. 

En México hay otras tendencias fáciles de observar, propiciadas principalmente por la el idioma náhuatl. Es así que a los nombres de lugares terminados con el sufijo "tlán", que significa "donde abunda" o "lugar", como Tepoztlán, Huajintlán, Ixtla(n), tuxtla(n) o Aztlán, les corresponden los gentilicios tepozteco, huajintleco, ixtleco, tuxtleco y azteca respectivamente, terminados en "teco" o "teca". Asimismo, los nombres de ciudades o pueblos terminados en "tepec", que proviene de teptl "(cerro)", como Xochitepec, Yautepec o Zacatepec, tienen como gentilicios "xochitepequense", yautepequense o zacatepense; este último acortado en cierta medida para facilitar su pronunciación. 

En el mismo sentido, la terminación "ense" puede aplicarse en gentilicios de nombres terminados en "co", vocablo que en náhuatl significa "lugar", como Teacalco, Temixco o Jalisco, a cuyos habitantes se les puede llamar teacalquense, temixquense o jalisciense, pero la tendencia se rompe con los gentilicios acapulqueño o tabasqueño, que proceden de nombres también terminados en "co". 

Otros topónimos prehispánicos son los que presentan la terminación "ac", que resulta ser una doble contracción utilizada en el náhuatl, dónde "a" es contracción de "atl" que significa "agua" y "c" es contracción "co". A la mayoría de los pueblos terminados en "ac" se les asocian gentilicios terminados en "ense", por ejemplo Huitzilac, a cuyos habitantes se les llama huitzilaquenses; Ocoyoacac, a cuyos habitantes se les denomina ocoyoaquenses, o Tetipac, cuyos habitantes reciben el nombre de tetipaquenses. A la lista de este tipo se suman nombres de pueblos y municipios del centro del México, como Tláhuac, Atoyac, Cuálac o Alpatláhuac, complicándose la pronunciación de los gentilicios en los casos como Copanatoyac, a quienes les correspondería ser copanatoyaquenses, palabra muy difícil de pronunciar para algunos. Es así que en algunos casos como Xalpatláhuac, los habitantes prefieren llamarse "xalpanecos", en Atlixtac, atlixtaqueños y en Amacuzac "amacuztecos".

¿Cómo se debe llamar a las personas de Amacuzac?

Esta es una pregunta que muchas personas me han hecho y me permito responder de la siguiente manera: desde siempre, los habitantes de Amacuzac suelen llamarse a sí mismos amacuztecos y no hay otros nombres que por tradición puedan aceptarse. Dado lo anterior, no hay más que discutir al respecto, sin embargo para responder de mejor manera y con base a lo anteriormente expuesto, preciso realizar, a continuación, un análisis adicional. 

Recientemente se escuchó que un candidato en pleno mitin de campaña se refería a los habitantes de Amacuzac como "amacuscenses" o "amacusenses". No sabría decir cuál es la escritura correcta de estos términos, pero dicho nombre es por muchas razones un error. Primero porque no forma parte de la tradición oral, segundo, porque siguiendo la tendencia antes comentada debería ser en todo caso "amacuzaquense", pero dicho nombre tampoco ha sido usado nunca y ante su complicada pronunciación es preferible amacuzteco. En tercera instancia, el gentilicio amacuzteco proviene quizá de una época en que los primeros pobladores, españoles y mestizos, llamaron "Amacuztitlán" al sitio donde llegaron a establecerse. Cabe destacar que el nombre Amacuztitlán es una deformación del original "Amakozac", que se compone de los vocablos "amatl", que significa amate; cuztic que significa "cosa amarilla", y la doble contracción "ac", que corresponde a los vocablos atl y co. Todo junto debe entenderse como "en el río de los amates amarillos". (Aunque el vocablo "apan" que significa río, no se encuentra explícitamente en el nombre, pero sí en el glifo prehispánico presente tanto en la matrícula de Tributos como en el Códice Mendocino).  Cabe la posibilidad que desde hace más de 150 años, los moradores del antiguo Amacuzac, partieran el nombre en el vocablo "cuztic", para establecer como gentilicio del lugar amacuzteco, o bien, como la terminación de la palabra deformada termina en "tlán", se facilitara la terminación "teco". Sea como sea, el gentilicio aceptado para los habitantes de Amacuzac desde siempre ha sido amacuzteco y ésta es en todo caso la única regla.

Singularmente, las comunidades de Amacuzac también pueden tener sus propios gentilicios. En el caso de Huajintlán, un pueblo con gran arraigo, historia y pautas culturales, el nombre aceptado es huajintleco, aunque hay quienes reconocen huajinteco. Muy pocas veces he escuchado que las nativos de otras comunidades se llamen a sí mismos de alguna forma, sin embargo, en un ejercicio semántico y lúdico podríamos decir que los habitantes de Teacalco deberían llamarse teacalquenses, aunque hay quien los llama teacalqueños; los habitantes de Casahuatlán podrían llamarse Casahuatlecos, aunque casi nadie los llama así. Lo mismo pasa con Coahuixtla, cuyos moradores bien pudieran ser llamados cuahuixtlecos o cuauhixtlenses. A veces he escuchado el nombre "sangabrieleño", para las personas de San Gabriel, pero eso no está realmente establecido o aceptado. 

Los nativos de Miahuatlán no tienen un gentilicio con respecto a este nombre prehispánico, sino son más bien llamados "cuijeños", porque el lugar es conocido también como "El Cuiji", aunque ese nombre es en realidad un eufemismo, es decir, una palabra que sustituye a otra en tono cómico, sin tratar de ser ofensiva. 

Sería aventurado proponer gentilicios para los pueblos restantes, sinceramente no podría pensar en un gentilicio para Cajones, Rancho Nuevo y el Zoquital. Tranquilo estoy porque no me corresponde a mí ese trabajo, sino a los propios pobladores, si es que algún día así lo desean.


En conclusión, con el gentilicio amacuzteco basta para llamar a todo aquél que sienta pertenencia al hermoso municipio del sur de Morelos llamado Amacuzac: en el río de los amates amarillos.


1925 Jardín Centenario, zócalo de Amacuzac. Remodelado por Ángel Ortiz Torralba (1964-1966),


Citas bibliográficas y documentales.

(1) Diccionario de la lengua española (22.ª edición), Real Academia Española, 2001, http://lema.rae.es/drae/?val=adjetivo+gentilicio, [6 de junio de 2014].

(2) Consulta en línea efectuada al departamento «Español al día» de la Real Academia Española. http://www.rae.es/consultas-linguisticas, [20 de julio de 2010].

(2) Diccionario del Español de México (DEM) http://dem.colmex.mx, El Colegio de México, A.C., [6 de junio de 2014].

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